¡Ya está!, ya ha
pasado, o casi, el día de San Jorge, todavía no comprendo como se
decidió adoptar este santo como patrono de Aragón, lo es de
Castilla León, de Inglaterra y de Cataluña que no acabaron de
decidirse, aunque si han mantenido una bonita tradición, regalar, a
ella, una rosa, y a él, un libro.
Este santo patrón parece
que lo sacaban las tropas cristianas cuando se ponían difíciles las
cosas en sus batallas contra los moros, y parece que fue devuelto a
la larga y fría noche en varias ocasiones, y siempre reaparecía
cuando hacía falta, la última dicen que lo descuartizaron y
enterraron sus restos separados.
Está constatado que es
más una leyenda que realidad, pero bueno, que le vamos a hacer, ahí
lo tenemos y además es un día festivo que a muchos bien les va para
hacer puente.
En los albores de la
autonomía se realizaron grandes fiestas, incluso se sacaron fuera de
Zaragoza, hasta que un buen año el cierzo se encargó de jorobar “la
cosa” con unas fuertes y largas ráfagas que dieron al traste con
la fiesta que ese año se celebró en Monegros.
Parece que el fracaso,
gracias al generoso soplar del cierzo, decidió, que mejor en
Zaragoza que no estaba la cosa para dispendios generosos.
Este año, como en
anteriores se han realizado actos institucionales en las tres
capitales, y parece que al menos en Huesca y Teruel no han sido muy
festivos para los gobernantes, el pueblo harto ya de ponerlas, sin
ver sacrificios de los administradores ha salido a la calle y ha
dedicado alguna que otra sonora pitada al gobierno aragonés.
El día anterior a la
celebración del patrono aragonés, la Asociación de la Mujer
Caspolina y la 14 de Febrero dedicaron un sentido y merecido homenaje
a una mujer que durante su vida hizo suficientes méritos para
recibir ese homenaje en vida, me refiero a Asunción Brú, muchos de
sus amigos estaban allí, menos seguramente de los que manifiestan
esa amistad y que el lunes por una u otra causa no estuvieron
presentes, si que es verdad que los allí presentes estaban por que
la querían y sintieron su temprana marcha.
En mi caso siempre tuve
una relación muy cordial con Asunción, no como otros, no tan
próxima, pero si muy cordial, nunca pasábamos al lado uno de otro
sin para a intercambiar alguna frase, incluso conversación.
A lo largo de mis años
en la radio siempre tuvo los micrófonos abiertos, especialmente en
su gran labor junto a Aurora por conseguir mejor atención sanitaria,
el traslado del botiquín, la utilización de agujas desechables, los
recipientes para las muestras de orina gratuitos, pero su gran logro
fue el de conseguir, junto a Aurora, el que en Caspe no perdiéramos
la referencia del hospital Miguel Servet.
Seguramente, alguien
pensará porqué no dijiste nada el lunes, pues porqué consideré
que había gente entre los presentes que tenía mucho más derecho a
hablar de ella que yo, no podía esgrimir argumentos de mi gran
amistad con ella, la mía era corriente, pero leal, no podía decir
cuanto había colaborado con ella en sus luchas, no hice sino cumplir
con mi obligación de informar a través de los micrófonos de SER
Caspe, y eso no creo que fuera mérito suficiente para irrumpir en un
homenaje que otros si deberían haberse implicado más, para algunos
era de obligado cumplimiento, para otros como yo, nuestra presencia
era lo correcto.
Asunción ya no está, y
no por no haber tenido mayor contacto con ella quiere decir que no la
eche en falta, que en ocasiones subiendo o bajando por la calle del
Coso no tenga la sensación que me la voy a encontrar, pararme unos
minutos y preguntarle, ¿qué Asunción, qué te parece la actual
política caspolina?, me imagino su respuesta, pero como es
imaginación no me atrevo a plasmarla en este escrito.
En fin, un cálido
homenaje, merecido, un homenaje que con todo, y como dice Joaquín en
un escrito suyo, tuvo demasiadas ausencias, más que ausencias
manifestación de viva voz en su honor, como ya he dicho, otros, solo
estábamos acreditados para estar presentes.
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