viernes, 20 de septiembre de 2013

LA PRIMERA MAÑANA

Salí corriendo de la habitación para ver la calle a través de la ventana, el impacto fue impresionante, nada, no había calle solo una pared al otro lado con otras ventanas parecidas a la mía un espacio que pronto me enteré se llamaba patio de luces, ¿donde estaban las luces? me pregunté.

Iba de sorpresa en sorpresa, había que ir a la carbonería de la esquina a buscar carbón para calentar un poco la cocina y hacer la comida, mi madre me puso el dinero justo envuelto en el pañuelo y me mandó a comprar con un capazo sucio que había bajo la cocina, llegué exhausto, ¡y me quejaba de cuando tenía que salir al corral a por leña en el pueblo!



Mi padre ya hacía horas que se había ido a su trabajo era el primer día, no sabía muy bien en que iba a trabajar, pero estaba seguro que siempre sería mejor que el del campo en el pueblo, aunque nunca le oí quejarse de su dureza, envejeció muy rápido y mi madre también.


Pero yo era feliz o debía serlo, por fin llegué al portal de casa en el cuarto piso mi madre ya estaba impaciente por mi tardanza, encendió el fuego nos acercamos al calor de la cocina y nos miramos.

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