Habían pasado 20 años
desde que nos fuimos del pueblo, en ese tiempo no había sentido
ninguna nostalgia de volver a pisar sus calles sentir sus olores o
recordar a las gentes con las que viví mis primeros años, era muy
joven cuando me fui , no se muy bien que nos llevó al camino de la
emigración a emprender la huída la aventura de la inmigración,
pronto olvidé aquél pueblo, recordaba las incomodidades de la casa
familiar, el único foco de calor en invierno era la cocina, y los
inviernos eran fríos.
El tiempo parecía
haberse detenido, las mismas calles, las mismas casas, no me fue
difícil encontrar la mía, todavía en un resquicio de mi cerebro
estaba grabada la situación, y en 20 años apenas recordaba haberme
acordado de la casa familiar que lo fue hasta casi los diez primeros
años de mi vida.
Hacía mucho tiempo que
la puerta de mi casa no se abría, me sorprendió el recordar aquél
edificio como Mi Casa, nunca en los veinte años desde mi partida
había tenido un sentido de la propiedad como en aquél momento, Mi
casa, la de mis padres y antes de mis abuelos, llegué a dudar si
aquella era realmente la casa en la que había nacido dudé al abrir
la puerta, tal vez temiendo encontrar muchos fantasmas entre sus
muros, 20 años eran muchos años para que un edificio se conservara
en condiciones, las dudas eran tales que pregunté a una persona que
pasaba por la calle.
Su respuesta fue para mi
un impacto, como si recuperara la memoria de las dos últimas
décadas, tuve además un sentimiento de culpabilidad, de haber
desperdiciado mis recuerdos, de haber dejado que mis raíces se
secaran, sentí remordimiento por el olvido al que había sometido al
pueblo del que incluso renegaba en la ciudad ocultando mi origen el
sitio donde nací, como si sintiera vergüenza de mi pueblo, ahora no
se porqué mis recuerdos eran nítidos y mis raíces cobraban vida, a
la vez que un sentimiento de traición a esas gentes a mis
antepasados.
¡Cuanto tiempo sin saber
de vosotros!,¿que ha sido de tu familia?, ¿viven tus padres?, ¿te
has casado?, tantas preguntas a las que debería responder sentí
vergüenza desasosiego, porqué había renunciado durante tanto
tiempo a mis recuerdos de niñez, porqué había querido borrar de mi
mente a aquellas gentes, sus casas, sus calles, el entorno, sus
vivencias que fueron las mías durante diez años, los primeros de mi
vida, los que dicen que marcan esos que yo había borrado casi de mi
memoria y que ahora venían agolpados, pidiendo paso y un hueco en mi
atormentado cerebro.
¿No te acuerdas de mi?,
la mirada me traicionó no reconocía a aquél hombre que seguro
sabía mas cosas de mis primeros años de vida y de mi familia que yo
mismo, ( Mi Familia, dejó de serlo apenas culminamos la cuesta desde
la que ya no se veía el pueblo cuando nos fuimos hace 20 años).
Ese hombre era como mi
conciencia me hacía sentirme culpable no me acordaba de mi pueblo
de sus gentes había renunciado a todo me sentí angustiado y solo
fueron unos segundos entre mi pregunta y la respuesta del vecino y
parecía que había pasado horasincluso, es como si el tiempo se
hubiera detenido para permitirme poner un poco en orden mis
pensamientos.
Pero responde muchacho me
dijo que ha sido de tus padres, fallecieron, dije, mi padre hace
unas semanas mi madre ya hace años que nos dejó
No sabía nada continuó,
claro que desde que dejasteis el pueblo nunca mas se supo de
vosotros, esas palabras me parecieron como una daga desgarrando mi
alma, si es que la tenía, al menos parecía como si la estuviera
recobrando, hace apenas unas semanas no habrían significado nada,
sin embargo cada palabra del vecino venía a abrir mas mis heridas a
sentir que nunca tendría el tiempo necesario para recobrar lo
perdido, mi memoria, mi niñez, mis orígenes, sentí como si no
tuviera derecho a tener orígenes, no me los había ganado.
Pero que haces aquí
hijo, este hombre tiene la facultad de abrir mas mis heridas y
echarles sal para que no cicatricen, pensé, no sabía que había
venido a culminar la mayor traición a mis antepasados y a mi mismo,
estaba allí citado para vender mi casa
Con la venta sacaría
suficiente para la entrada de un apartamento tipo colmena con paredes
de papel y alejado de la playa, lo iba a cambiar por una casa con
historia, de recios muros de piedra seguramente labrados por las
manos de algunos de mis antepasados.
Que te pasa muchacho,
estás pálido, no se tal vez sea la altura o la pureza del aire, no
estoy acostumbrado a respirar aire tan puro
No será que te estas
arrepintiendo de lo que vas ha hacer, ¿cómo sabe ud lo que voy a
hacer?, mira hijo, ¡no me llame hijo ¡, yo no soy su hijo, mira
muchacho, ¿así está bien?, preguntó con cierta malicia, esto es
un pueblo y aquí nos enteramos de todo, se y sabemos que vas a
vender la casa, sabes, tenemos mucho tiempo, aquí, corre de forma
distinta, salimos a la calle comentamos lo que pasa por el pueblo,
y por tu casa, la de tu familia , nos preguntaron hace unos meses,
aún debía vivir tu padre .
Aquellas palabras sonaron
cual dardos envenenados.
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