Ni resultó tan grande,
ni tenía tanta luz, ni tanto color en sus calles, ni las gentes
corrían y reían por sus calles, la realidad resultó decepcionante,
nadie vino corriendo a darnos la bienvenida, la gente se mostraba un
tanto arisca y antipática cuando mi padre preguntaba por la calle
donde íbamos a vivir, apenas gruñidos por gentes encerradas en si
mismas, sin compartir con nadie, era como si no se conocieran, y lo
peor daba la sensación de que a nadie le importaba lo que sucedía.
El siguiente paso cuando
por fin llegamos a nuestro destino no fue mucho mejor, una calle
sombría, sin apenas iluminación, una casa que mas parecía una
ruina que un lugar digno para vivir, cuatro pisos había que subir
por una escalera lóbrega antes de llegar a unos aposentos no mucho
mejor que las cuadras de mi casa del pueblo, con un frío que helaba
el aliento, apenas unos catres y una cocina de carbón, carbón que
había que comprar en la esquina y subir hasta el cuarto piso, mi
paraíso empezaba a desmoronarse, pero solo tenía 10 años y seguro
que lo superaría.
Mis padres se miraron y
me miraron a mi, se cogieron las manos y las apretaron, dijeron
entonces algo que tarde en comprender, todo sea por el futuro
del chico, sus miradas habían perdido el brillo que tenían
en el pueblo, parecían adormecidos, habían perdido en unas horas la
alegría, también tarde mucho tiempo en descubrirlo.
La primera noche fue
espantosa, no había manera de conciliar el sueño, ruidos, ¿de
donde podían salir tantos ruidos?, la noche estaba llena de ruidos,
las cañerías no paraban, el ir y venir por las escaleras, las
puertas que se abrían y cerraban continuamente, los pasos, pasos que
parecían estar dentro de casa, discusiones de los vecinos, risas,
los ronquidos del tercero sonaban dentro de mi casa en mi habitación
tanto que sentí miedo, estaba seguro que alguien mas dormía conmigo
en la habitación, en mi cama..
Pero ya había olvidado
la tranquilidad del pueblo, ni siquiera la añoraba, aquí había
vida en el pueblo las noches eran como en un cementerio silenciosas
como si nadie habitara el lugar aquí al menos se percibía la vida,
aunque eso si un poco ruidosa.
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