lunes, 16 de septiembre de 2013

EL VIAJE

Era mi gran aventura, ¡nos íbamos a la ciudad!, lejos del pueblo, nuestro destino, ¡un sueño!, LA CIUDAD, solo la había visto alguna vez en el cine, viejas películas que de vez en cuando se proyectaban en el pueblo

Ahora todo sería distinto, la gran ciudad estaba al alcance de mi mano, de mis sueños, sus calles adoquinadas, no de tierra, llenas de gentes desconocidas que te permitían pasar desapercibido, en mis sueños veía esas calles iluminadas, gente y mas gente, muy pronto no sería un sueño, sería realidad, por fin dejaría de ver siempre las mismas caras, las calles sucias y embarradas cuando llovía, me alejaría de la oscuridad nocturna, del frío en invierno.

 El viejo autobús que venía una vez semana nos llevó hasta la estación de ferrocarril llegó la máquina, humeante, seguida por los vagones tan lleno de vida con pasajeros que esperan subir para ir a alguna parte me pareció ver una luz al final del túnel y la ciudad todavía lejana se me antojaba la explosión luminosa que me sacaría para siempre de fondo del túnel donde había transcurrido toda mi vida.

Subimos al tren, nos acomodamos en uno de los vagones repletos, maletas atadas con cordeles donde estaban todas nuestras pertenencias, escasas pertenencias, el dinero también escaso que mis padres custodiaban y a cada momento palpaban para comprobar que estaba en su sitio, nunca me percaté de las miradas de mis padres, de la nostalgia por lo que dejaban atrás, ellos sabían que nunca volverían, que dejaban una parte muy importante de sus vidas que estas quedarían, rotas para siempre, tendrían que aprender a vivir de otra forma, tardé muchos años en comprender la angustia que envolvía a mis padres, comprender aquél momento que para mi era de liberación y para ellos de ruptura

¡Mira!, le decía a mi madre, calles sin barro, ella me sonrió, su sonrisa era más de pena que alegría su único consuelo era mi alegría, pensar que gracias a ese sacrificio yo tendría el porvenir que a ellos se les negó.


El viaje fue largo lleno de interrupciones, el tren lento e incómodo, asientos de madera, el humo de la máquina se metía en la garganta y en los túneles apenas se podía respirar, pero era mi libertad, era el sueño acariciado en mis cortos años de vida salir del encierro del pueblo, ir a la libertad de la ciudad, todo estaba a punto de cumplirse apenas unas horas como mucho un día me separaba de ver culminado el ,mejor de mis sueños, ¡LA CIUDAD!..........

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