Finalizó la trilogía de la merendola
campestre, San Bartolomé, San Jorge y el 1º de mayo, en apenas un
mes hemos engordado, seguramente algún kilo, a base de arroces y
calderetas, ahora se inicia el tiempo de reflexión campestre, y la
operación bikini, aquél o aquella que lo necesite, que seguro que
si, si quiere lucir carnes en playa o piscina.
La lluvia ha estado ausente durante la
jornada.
Pasado el stress de tanta fiesta habrá
que ir pensando en otras cosas, el mes de María, de las flores, de
las madres, de los días luminosos de la primavera, las cerezas, que
parece han sufrido con las aguas recientes, las comuniones, algún
que otro bodorrio, recortes no hechos públicos, sorpresas varias y
variopintas, el temido frakink, o como se llame, eso de sacar gas de
las piedras, las avionetas que de nuevo sobrevolarán nuestro espacio
aéreo sembrando nitrato de plata para que no llueva más, de las
quejas sobre los precios de productos agrícolas y ganaderos, del
precio de la gasolina y gasóleos, de lo que cuesta un fin de semana
en la playa, las interminables colas para volver a las ciudades …....
y qué se cuantas cosas sobre las que quejarnos, que haberlas ailas,
como las meigas gallegas.
Las amenazas nos llegan vía económica,
IRPF, IVA, pensiones congeladas, subida edad de jubilación hasta los
setenta años, sueldos más bajos, tijeretazo a la sanidad la
educación las asistencias sociales, descubrir que los banqueros se
jubilan con millones de euros, que los políticos siguen contratando
con sueldos de escándalo a asesores personales, y una retahíla de
cosas que ponen los pelos de punta, y lo peor....
es que no se ve que los otros tengan
soluciones, solo se quejan, como respuesta reciben “y tu más”, y
nadie parece tener, al menos una ligera idea de como iniciar la
recuperación, y mientras tanto seguimos con las merendolas
campestres, pensar en la próxima, en los medievales las fiestas, las
de San Cristóbal, los botellones de los sábados, Motorland y si
gana o pierde el Madrid y el BarÇa que perece ahora es lo más
importante.
No, si los romanos lo tenían claro,
¡al circo!, los buenos a la grada, a vociferar, los malos a la arena
a jugársela, los leones a calmar el hambre a costa de carne
cristiana, los emperadores a mirar de reojo a sus posibles
envenenadores, que los pobres ya tenían bastante con salir vivos de
cada comida,, los senadores a no caer en desgracia y con ello
desprenderse de la costumbre de respirar, parecido a la actualidad
pero con otros nombres, al final el león se come al cristiano, el
más fuerte se cepilla al gladiador menos hábil y débil, los
probadores de los alimentos del emperador con las tripas fuera a
causa del veneno, y algunos senadores enviados a galeras o combatir a
las Galias a los Asterix y Obelix.
Poco cambian las cosas.
¿Y el pueblo?, el pueblo a jalear y no
llamar demasiado la atención, el paso de la grada a la arena era muy
pequeño, igual que ahora.
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