Desde hace unos años todos los veranos
la misma monserga, “las puñeteras olas de calor”, como si no
fuera
normal, siempre en verano a hecho calor y nunca a pasado nada,
en las horas de más intensidad no se salía al campo a segar, la
gente se cubría con grandes sombreros de paja y el botijo siempre
estaba a la sombra fresquita, y las gentes del campo bebían a
sabiendas que de no ser así corrían el peligro de deshidratarse.
Así fue siempre y todo marchaba con
normalidad, de la misma forma que en invierno hacía frío.
Hoy las cosas han cambiado, a partir de
35 grados ya es ola de calor, se recomienda a todas horas el beber
agua o líquidos para no deshidratarse, y los más mayores pasan por
un calvario diario, el informador del tiempo, el de los informativos,
los magazines y hasta en los programas del corazón el calor abre la
programación.
Hace unos años podía tener su razón,
llegaba julio y agosto y la información caía a niveles de verano,
no había otra cosa de que hablar, así que el calor y la
meteorología era un recurso más.
Mirabas y comparabas unos años y ya
tenías 15 minutos de programa resuelto, me declaro culpable de haber
utilizado el recuso durante años, además alguien puso en manos de
esta información la sensación térmica, y fue un juguete utilizado
hasta la saciedad, de paso causabas más alarma y la audiencia subía.
¡qué decir de cuando aparecieron los
múltiples programas en internet de información meteorológica, el
éxtasis, comparar, sacar gráficos, mirar datos de años, incluso
décadas anteriores, ¡una gozada!, y los 15 minutos se convertían
en 20, y no solo eso, es que se creaba estado de opinión: “han
dicho que 38, pues en mi balcón marcaba 40, anda que en el
termómetro de las farmacias llegaron a los 42”, y ya teníamos
conversación para la jornada.
Nos conformábamos con poco, la vida
política se relajaba, las fiestas eran el objetivo, posteriormente
la semana de vacaciones para descansar de tanta fiesta, y pasaba el
mes de agosto plácidamente, solo el calor era motivo de discusión.
¡cómo han cambiado las cosas!, ya no
se distingue entre agosto a marzo, los informativos están cargados
de sucesos, choriceos y otras lindezas, no salimos de una y entramos
en otra, además están las redes para enredar todo, más si cabe.
En poco tiempo las cosas cambiaron, el
verano se llenaba de polémicas, los informadores del tiempo se
convirtieron en estrellas de la TV, no era suficiente con dar los
datos, había que interpretarlos y especialmente crear alarma, que si
tantos muertos por calor, que si temperaturas extremas, mapas de
intenso color rojo, medidas para no asolanarse, la competencia se
puso dura, especialmente con las cuestiones políticas, las
vacaciones se reducían a una o dos semanas, en resumen que la culpa
de la alarma meteorológica está clara
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